Pape, en un encuentro de Copa del Rey ante el Almería |
El Celta B cerró el fin de semana para la cantera con un empate sin goles ante el CP Cacereño
en Barreiro. El filial dominó el encuentro de forma general y gozó de buenas ocasiones para llevarse los tres puntos. Los visitantes hicieron gala de un fuerte entramado defensivo en un partido que finalizó con tablas en el marcador, un empate que no permite al filial salir de los puestos de descenso.
Con Kevin cumpliendo suspensión por acumulación de tarjetas y Sergio de Paz en plena recuperación de su lesión, Alejandro Menéndez tuvo que recurrir a Pape Cheikh para ocupar el lateral derecho. El senegalés no desentonó en esa posición, llevando a cabo varias incursiones por banda y asociándose con criterio con Fragapane y Jordan. Así las cosas, el técnico asturiano lo sustituyó en el minuto 59 por Diego Alende con el objetivo de dotar mayor solidez a la defensa.
No fueron pocas las personas que se sorprendieron con la nueva demarcación de Pape, si bien no es una posición desconocida para él. En el lateral derecho, el jugador de 18 años jugó dos partidos de Copa del Rey con el primer equipo (ante el Almería y el Cádiz). Con Eduardo Berizzo también ha jugado en posiciones más adelantadas, como en su debut ante el Espanyol, partido en el que sustituyó al lesionado Nolito y ocupó el flanco derecho del ataque del Celta en los minutos finales.
Así como el año pasado en el Juvenil A y en la Selección Española sub-19 solía ocupar el puesto de pivote defensivo, en el Celta B está jugando esta temporada más liberado, alternando el doble pivote acompañado de otro jugador (Borja Fernández o Jordan) o unos metros por delante del círculo central. Pape, que por edad podría estar jugando todavía en el Juvenil, acumula más de mil minutos de experiencia en Segunda B.
Tras renovar el pasado verano hasta 2020, el hispano-senegalés está viviendo una temporada de aprendizaje, jugando con regularidad con el Celta B, debutando y disfrutando de minutos en el primer equipo y siendo un fijo en las convocatorias de España sub-19. Con apenas 18 años, Pape Cheikh es uno de los jugadores más prometedores de la cantera; un jugador solvente, muy versátil y que este año está sacando a relucir una valiosa polivalencia.
Con Kevin cumpliendo suspensión por acumulación de tarjetas y Sergio de Paz en plena recuperación de su lesión, Alejandro Menéndez tuvo que recurrir a Pape Cheikh para ocupar el lateral derecho. El senegalés no desentonó en esa posición, llevando a cabo varias incursiones por banda y asociándose con criterio con Fragapane y Jordan. Así las cosas, el técnico asturiano lo sustituyó en el minuto 59 por Diego Alende con el objetivo de dotar mayor solidez a la defensa.
No fueron pocas las personas que se sorprendieron con la nueva demarcación de Pape, si bien no es una posición desconocida para él. En el lateral derecho, el jugador de 18 años jugó dos partidos de Copa del Rey con el primer equipo (ante el Almería y el Cádiz). Con Eduardo Berizzo también ha jugado en posiciones más adelantadas, como en su debut ante el Espanyol, partido en el que sustituyó al lesionado Nolito y ocupó el flanco derecho del ataque del Celta en los minutos finales.
Así como el año pasado en el Juvenil A y en la Selección Española sub-19 solía ocupar el puesto de pivote defensivo, en el Celta B está jugando esta temporada más liberado, alternando el doble pivote acompañado de otro jugador (Borja Fernández o Jordan) o unos metros por delante del círculo central. Pape, que por edad podría estar jugando todavía en el Juvenil, acumula más de mil minutos de experiencia en Segunda B.
Tras renovar el pasado verano hasta 2020, el hispano-senegalés está viviendo una temporada de aprendizaje, jugando con regularidad con el Celta B, debutando y disfrutando de minutos en el primer equipo y siendo un fijo en las convocatorias de España sub-19. Con apenas 18 años, Pape Cheikh es uno de los jugadores más prometedores de la cantera; un jugador solvente, muy versátil y que este año está sacando a relucir una valiosa polivalencia.
Ver: ANÁLISIS | Pape Cheikh, el todoterreno celeste
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